La tragedia de la riada en Valencia, que tuvo lugar el 29 de octubre de 2024, ha dejado una huella imborrable en la memoria colectiva de la comunidad. Un año después, la atención se centra en la actuación del president de la Generalitat, Carlos Mazón, durante las horas críticas de la emergencia. Las revelaciones recientes han puesto en tela de juicio su gestión y comunicación en un momento en que la ciudad enfrentaba una de sus peores crisis climáticas.
**La Secuencia de Eventos Críticos**
El 29 de octubre, la situación en Valencia se tornó caótica a medida que las lluvias torrenciales comenzaron a desbordar ríos y barrancos. A las 18:57 horas, Mazón realizó una llamada telefónica al secretario general del PPCV, Juanfran Pérez Llorca. Sin embargo, entre las 18:24 y las 18:48, el presidente atendió varias llamadas, lo que sugiere que estaba al tanto de la situación. A pesar de esto, se produjo una desconexión de 37 minutos, un periodo en el que no se registraron comunicaciones por parte de Mazón, justo cuando la emergencia se intensificaba.
La última llamada antes de esta desconexión fue a las 18:57, y la siguiente no se produjo hasta las 19:34, lo que plantea interrogantes sobre su paradero y acciones durante ese tiempo. Según la información recabada, Mazón acompañó a la periodista Maribel Vilaplana hasta el aparcamiento Glorieta Paz, un trayecto que duró aproximadamente dos minutos. Este hecho contrasta con la gravedad de la situación que se vivía en el Cecopi, donde se reportaban inundaciones y la necesidad urgente de una respuesta coordinada.
**La Gestión de la Emergencia y la Comunicación**
La desconexión de Mazón ha sido objeto de críticas, especialmente considerando que en ese momento se estaban produciendo llamadas de emergencia y se requería una respuesta inmediata. La delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, recibió una llamada alarmante a las 19:00 horas, informando sobre el desbordamiento del barranco del Poyo y la necesidad de evacuar a los vecinos. En este contexto, la frase del presidente de la Diputación de Valencia, Vicent Mompó, resuena con fuerza: «Enviad la alerta de una puta vez». Esta declaración refleja la urgencia y la tensión que se vivía en ese momento crítico.
La situación se complicó aún más cuando se supo que Mazón llegó al Cecopi a las 20:28, casi dos horas después de haber acompañado a Vilaplana al aparcamiento. Durante ese tiempo, la falta de comunicación y la desconexión han sido interpretadas como una falta de liderazgo en un momento en que la ciudadanía requería respuestas claras y rápidas. A pesar de las afirmaciones de Mazón de que estaba «perfectamente» informado, su decisión de caminar con Vilaplana en lugar de atender la crisis ha generado controversia.
Las horas posteriores a la desconexión fueron cruciales. A partir de las 19:34, Mazón reanudó su actividad telefónica, comenzando con una llamada a Javier Sendra, secretario autonómico de Infraestructuras. Este hecho ha llevado a cuestionar la efectividad de su gestión y la coordinación de su equipo en un momento de crisis. La falta de un plan de acción claro y la desconexión durante un periodo crítico han sido señaladas como fallos significativos en la respuesta del gobierno regional.
La situación se tornó aún más grave cuando se conocieron los detalles de las llamadas realizadas por Mazón después de la desconexión. A las 20:10, mientras se dirigía al Cecopi, volvió a comunicarse con su equipo, lo que sugiere que, a pesar de la desconexión, había un intento de retomar el control de la situación. Sin embargo, la percepción pública de su gestión se ha visto afectada por la falta de acción inmediata durante los momentos más críticos de la riada.
La próxima declaración de Maribel Vilaplana como testigo en la investigación sobre la gestión de la crisis podría arrojar más luz sobre las decisiones tomadas por Mazón y su equipo durante esos momentos críticos. Su testimonio será fundamental para entender la dinámica de la comunicación y la toma de decisiones en un contexto de emergencia.
La riada del 29 de octubre de 2024 no solo dejó un saldo trágico en términos de pérdidas humanas y materiales, sino que también ha puesto de relieve la importancia de una gestión de crisis efectiva y la necesidad de una comunicación clara y oportuna. La memoria de las víctimas y la búsqueda de justicia para los afectados continúan siendo una prioridad para la sociedad valenciana, que espera respuestas y responsabilidades por parte de sus líderes.
