La gestión del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, durante la tragedia del 29 de octubre ha suscitado un intenso debate y múltiples interrogantes. A medida que se desvelan los detalles de su agenda y las decisiones tomadas en esos momentos críticos, surgen contradicciones que han llevado a cuestionar la veracidad de sus declaraciones. La cronología de los eventos de ese fatídico día, en el que se registraron 229 muertes, se ha convertido en un tema candente en la política valenciana, generando un clima de desconfianza hacia la figura del presidente.
La primera gran controversia se centra en la comida que Mazón mantuvo con la periodista Maribel Vilaplana. Inicialmente, el presidente describió este encuentro como un «almuerzo privado», pero posteriormente cambió su versión a «almuerzo de trabajo». Este cambio ha sido interpretado como un intento de desviar la atención de su responsabilidad en la gestión de la crisis. La falta de claridad sobre la naturaleza de este almuerzo ha llevado a la oposición a exigir más información, incluyendo la factura del restaurante, para esclarecer qué se discutió durante esa reunión y si se trató de una actividad oficial o personal.
Además, la confusión se intensificó cuando se reveló que Mazón no había compartido mesa con el presidente de la patronal CEV, Salvador Navarro, como se había informado inicialmente. Este desmentido dejó en evidencia la falta de transparencia en la comunicación del gobierno valenciano, que atribuyó el error a una confusión en la agenda. Sin embargo, la insistencia en mantener en secreto el nombre de la periodista que acompañó a Mazón durante la comida solo aumentó las sospechas sobre la veracidad de sus declaraciones.
Los tiempos también han sido un punto crítico en la narrativa de Mazón. La cronología de su llegada al Palau y al Cecopi ha variado en múltiples ocasiones. Mientras que en un principio se afirmó que llegó al Palau a las 18:00 horas, se ha demostrado que en realidad no llegó hasta cerca de las 20:00 horas. Este desfase temporal es significativo, ya que coincide con el momento en que se enviaron las alertas de emergencia y se reportaron las primeras víctimas. La falta de coherencia en su relato ha llevado a muchos a cuestionar su credibilidad y a preguntarse si realmente estaba al tanto de la gravedad de la situación en esos momentos críticos.
La gestión del tiempo y la secuencia de eventos son vitales en situaciones de emergencia. Mazón ha cambiado su versión sobre el final de la comida, su llegada al Palau y su posterior traslado al Cecopi en varias ocasiones. En una de sus declaraciones, afirmó que había llegado al Cecopi «a media tarde», pero luego admitió que lo hizo a las 20:28 horas, cuando la tragedia ya había alcanzado su punto más crítico. Este cambio de versión ha sido uno de los más evidentes y ha generado un gran revuelo en la opinión pública, que se siente cada vez más desconcertada por la falta de claridad en la gestión de la crisis.
La oposición ha aprovechado estas contradicciones para exigir responsabilidades y mayor transparencia. El PSPV, por ejemplo, ha solicitado acceso a la factura del restaurante para esclarecer los detalles de la comida y ha instado a Mazón a que explique por qué no se reveló antes la identidad de Vilaplana. La presión política ha aumentado, y muchos ven en la falta de respuestas claras una señal de que el presidente podría estar ocultando información crucial sobre su actuación durante la crisis.
La situación se complica aún más con la revelación de que Mazón acompañó a Vilaplana hasta el aparcamiento, un detalle que no fue mencionado en sus declaraciones iniciales. Este hecho ha llevado a cuestionar la veracidad de su relato y ha alimentado las críticas sobre su gestión durante la emergencia. La falta de respuestas claras y la continua aparición de contradicciones han generado un clima de desconfianza hacia la figura del presidente, que se ve cada vez más acorralado por las preguntas de la oposición y la opinión pública.
En resumen, la gestión de Carlos Mazón durante la tragedia del 29-O ha estado marcada por cambios de versión y contradicciones que han puesto en tela de juicio su credibilidad. La falta de claridad en su relato y la presión de la oposición han llevado a un clima de desconfianza que podría tener repercusiones en su liderazgo y en la percepción pública de su gestión. A medida que se continúan desvelando detalles sobre ese día fatídico, la presión sobre Mazón para que ofrezca respuestas claras y coherentes solo aumentará.
