El 28 de agosto de 2015, València fue escenario de un trágico suceso que dejó una profunda huella en la comunidad local, especialmente en la comunidad china. Un hombre de 60 años, de nacionalidad china, irrumpió en un bazar asiático del barrio de San Marcelino, pidiendo ayuda desesperadamente. «Corre, llama a la policía», gritó al dependiente, quien no podía imaginar la magnitud del horror que se había desatado en el hogar del hombre. En su vivienda, ubicada en la calle Tomás de Villarroya, yacían los cuerpos sin vida de su esposa de 62 años y su nieta de 10, ambas con evidentes signos de violencia. Este doble crimen, perpetrado por la hija de la mujer, quien sufrió un brote psicótico, dejó a la comunidad en estado de shock y generó un intenso debate sobre la salud mental y la violencia intrafamiliar.
La tragedia comenzó en la mañana del 28 de agosto, cuando la acusada, Shufang Z., atacó a su madre y a su sobrina con un cuchillo, asestando un total de 49 puñaladas. La brutalidad del ataque fue tal que la madre, a pesar de intentar defenderse, sufrió 23 lesiones en brazos y manos, mientras que la niña recibió 21 puñaladas. Tras el ataque, Shufang Z. se deshizo de la ropa manchada de sangre y huyó con su hija en un taxi hacia Castellón, donde fue detenida horas después. Este suceso no solo conmocionó a la comunidad china en València, sino que también planteó serias preguntas sobre el manejo de la salud mental en la sociedad actual.
La respuesta de las autoridades fue inmediata. La Policía Nacional acordonó el edificio y comenzó una investigación exhaustiva. La detención de Shufang Z. fue confirmada por la policía a las 20:30 horas del mismo día, aunque los detalles sobre su identidad se mantuvieron en secreto por un tiempo. La mujer, que no tenía antecedentes penales, había sido diagnosticada con esquizofrenia severa, lo que complicó aún más el caso. Durante el juicio, se determinó que no estaba en condiciones de comprender sus acciones en el momento del crimen, lo que llevó a la Fiscalía a solicitar su internamiento en un centro psiquiátrico en lugar de una condena penal.
La historia de Shufang Z. es un recordatorio de la importancia de abordar la salud mental de manera adecuada. A pesar de que había sido ingresada en varias ocasiones y se le había reconocido una discapacidad del 65%, el sistema no logró prevenir este trágico desenlace. La falta de recursos y la estigmatización de las enfermedades mentales son problemas que persisten en la sociedad, y este caso pone de manifiesto la necesidad de una mayor atención y comprensión hacia quienes padecen trastornos mentales.
El juicio, que se llevó a cabo a finales de enero de 2017, fue un proceso complicado. Tanto la Fiscalía como la defensa coincidieron en que la acusada no podía ser considerada responsable penalmente debido a su estado mental. Sin embargo, el tribunal decidió que debía ser internada de forma permanente en un centro psiquiátrico, donde podría recibir la atención adecuada. Esta decisión fue recibida con alivio por parte de la comunidad, que temía que la mujer pudiera ser liberada sin el tratamiento necesario.
A medida que se cumplen diez años de este trágico suceso, la comunidad china en València sigue recordando a las víctimas y reflexionando sobre las lecciones que se pueden aprender de esta tragedia. La violencia intrafamiliar y la salud mental son temas que requieren una atención continua y un enfoque proactivo. La historia de Shufang Z. y su familia es un recordatorio de que detrás de cada caso de violencia hay historias complejas y dolorosas que merecen ser entendidas y abordadas con sensibilidad.
La comunidad ha trabajado para crear espacios de diálogo y apoyo, buscando prevenir que tragedias como esta se repitan en el futuro. La importancia de la educación sobre salud mental y la creación de redes de apoyo son fundamentales para ayudar a quienes enfrentan problemas similares. En este sentido, es crucial que la sociedad en su conjunto se involucre en la lucha contra el estigma asociado a las enfermedades mentales y promueva un entorno donde las personas se sientan seguras para buscar ayuda.
El caso de València es un claro ejemplo de cómo la falta de atención a la salud mental puede tener consecuencias devastadoras. A medida que la comunidad recuerda a las víctimas de este doble homicidio, también se compromete a trabajar hacia un futuro donde la violencia y el sufrimiento puedan ser prevenidos a través de la comprensión y el apoyo adecuado.