El Gobierno de Pedro Sánchez se encuentra en la recta final de un curso político marcado por la incertidumbre y la tensión. Con el cierre de la legislatura a la vista, el Ejecutivo se enfrenta a uno de sus momentos más complicados desde que Sánchez asumió el cargo en 2018. La reciente controversia en torno al caso Cerdán ha agitado el panorama político, y el presidente se prepara para un periodo de vacaciones que busca aliviar la presión y permitir una desconexión tanto del Gobierno como de la opinión pública.
**Un cierre de curso complicado**
Este lunes, Sánchez realizará un balance de su gestión y el martes se llevará a cabo el último Consejo de Ministros antes de las vacaciones de agosto. Este año, el Ejecutivo ha decidido adoptar un perfil bajo, evitando la exposición mediática y limitando la agenda política. Esta estrategia no es nueva; en 2023, tras las elecciones generales, se implementó una táctica similar que permitió al Gobierno mantener conversaciones discretas con potenciales socios sin el escrutinio de los medios. La idea es que, al reducir la visibilidad, se pueda trabajar en la consolidación de acuerdos y en la reactivación de la agenda política para el próximo curso.
El Gobierno espera que agosto actúe como un bálsamo, diluyendo las tensiones generadas por el caso Cerdán y permitiendo que la atención se desplace hacia la oposición, que también enfrenta sus propios desafíos, como el escándalo relacionado con el caso Montoro. La estrategia de desconexión busca no solo apaciguar la situación interna, sino también dar la impresión de normalidad en un contexto donde la oposición se prepara para agitar el ambiente preelectoral.
**Balance de logros y desafíos**
A pesar de los obstáculos, el Gobierno de Sánchez ha logrado un grado significativo de cumplimiento en su programa legislativo. Este lunes se presentará un informe que detalla que, hasta la fecha, se ha alcanzado el 45% de los objetivos establecidos para esta legislatura. Este porcentaje es comparable al logrado en la legislatura anterior, lo que sugiere que, a pesar de las dificultades, el Ejecutivo ha mantenido un ritmo de trabajo constante.
Sánchez también resaltó que ha ganado el 86% de las votaciones en el Congreso, una cifra que se aproxima al 90% de la legislatura en la que llegó al poder tras la moción de censura en 2018. Estos datos son importantes para el Gobierno, ya que demuestran una capacidad de gestión y una habilidad para negociar que podrían ser cruciales en el futuro inmediato.
Sin embargo, el camino no es sencillo. La reciente caída del decreto ‘antiapagones’, que fue rechazado por varios partidos, incluidos Junts, Podemos y BNG, ha puesto de manifiesto las dificultades que enfrenta el Ejecutivo para mantener una mayoría estable en el Congreso. A medida que se acercan las elecciones, la presión sobre el Gobierno aumentará, y la necesidad de consolidar alianzas se vuelve más urgente.
En este contexto, Sánchez planea pasar sus vacaciones en La Mareta, en Lanzarote, un lugar que ha sido utilizado por expresidentes anteriores para desconectar del estrés político. Este año, el presidente ha optado por un viaje más privado, sin agenda institucional, lo que refleja un deseo de mantener un perfil bajo y evitar cualquier controversia adicional durante su tiempo de descanso.
La situación política en España es compleja, y el Gobierno de Sánchez se enfrenta a un reto considerable en los próximos meses. La combinación de escándalos de corrupción, la presión de la oposición y la necesidad de cumplir con los compromisos adquiridos con sus socios de gobierno son factores que marcarán la agenda política de cara a la próxima legislatura. Con la esperanza de que agosto permita una pausa en la tensión política, el Ejecutivo se prepara para retomar sus actividades con renovadas energías en septiembre, buscando reimpulsar su agenda y consolidar los acuerdos necesarios para avanzar en su programa de gobierno.