Un año después de la devastadora dana que azotó la Comunitat Valenciana, el funeral de Estado celebrado en València se convirtió en un escenario de emociones intensas. El evento, que tuvo lugar en el Museo de las Ciencias, reunió a más de 600 familiares de las víctimas, quienes no solo recordaron a sus seres queridos, sino que también expresaron su descontento hacia las autoridades, especialmente hacia Carlos Mazón, el president de la Generalitat. La atmósfera estaba cargada de tensión desde el inicio, y los gritos de protesta resonaron en varias ocasiones durante la ceremonia, reflejando el profundo dolor y la frustración de quienes perdieron a sus seres queridos en la tragedia.
La presencia de Mazón, a quien muchos responsabilizan de la falta de respuesta adecuada durante la emergencia, fue recibida con abucheos y gritos de «Mazón dimisión». A pesar de las peticiones de algunos familiares para que no asistiera, el president decidió participar en el homenaje, lo que intensificó la animosidad en el ambiente. Durante el acto, Mazón se mantuvo distante, sin acercarse a los familiares de las víctimas, lo que evidenció la ruptura de la relación entre las autoridades y los afectados por la tragedia. Su salida rápida al finalizar la ceremonia contrastó con la actitud de otros líderes presentes, quienes se quedaron para brindar apoyo a los dolientes.
La ceremonia comenzó con un fuerte dispositivo de seguridad, dado el contexto de tensión que rodeaba el evento. A medida que los asistentes ingresaban, la incomodidad era palpable. La llegada de Mazón a la sala principal fue el punto de inflexión, donde una mujer que había perdido a su esposo en la dana le increpó, lo que provocó que otros familiares se unieran a las protestas. Este momento de confrontación puso de manifiesto la herida abierta que aún persiste en la comunidad afectada.
Durante el homenaje, se leyeron los nombres de las 237 víctimas, un acto que se llevó a cabo en un silencio profundo, interrumpido solo por los gritos de protesta que surgieron al final. Tres familiares tomaron la palabra para compartir sus experiencias y sentimientos. Andrea Ferrari, quien perdió a su madre, hizo un llamado a la memoria y a la verdad, mientras que Naiara Chulià recordó a su esposo con amor y cariño. Virginia Ortiz, prima de una de las víctimas, enfatizó que la tragedia no fue solo el resultado de las inundaciones, sino también de la falta de acción por parte de quienes tenían el deber de proteger a la población.
La respuesta del president durante estos discursos fue fría, con una mirada que parecía perdida en el horizonte. A pesar de la solemnidad del momento, la tensión no se disipó, y al finalizar el acto, los gritos de «Mazón dimisión» volvieron a resonar entre los asistentes. Las camisetas con lemas como «Eren morts evitables» (Eran muertos evitables) y las fotografías de las víctimas que los familiares sostuvieron durante la ceremonia fueron un recordatorio constante de la lucha por justicia y reconocimiento.
El evento concluyó con una interpretación musical, pero la lluvia, que había sido un símbolo de la tragedia un año atrás, también hizo su aparición, añadiendo un matiz de melancolía al homenaje. Los reyes Felipe VI y Letizia, presentes en el acto, se tomaron el tiempo para hablar con los familiares, un gesto que contrastó con la actitud de Mazón, quien abandonó rápidamente el lugar, dejando a muchos dolientes sin la oportunidad de acercarse a él.
La jornada fue un reflejo de la profunda herida que la dana dejó en la comunidad valenciana. Las protestas y el descontento hacia las autoridades evidencian la necesidad de una respuesta más efectiva y humana ante situaciones de emergencia. La memoria de las víctimas sigue viva, y sus familias continúan luchando por justicia y reconocimiento, mientras la comunidad se esfuerza por sanar las heridas de una tragedia que marcó a toda una región.
