La política local en Oliva ha sido sacudida por la reciente dimisión de Francisco Escrivà Mata, quien ocupaba el cargo de concejal desde diciembre del año pasado. Su salida del Ayuntamiento, tras solo seis meses en el cargo, ha generado un revuelo en la comunidad y ha puesto de manifiesto las tensiones internas dentro del partido Projecte Oliva (PRO), del cual formaba parte. Escrivà, quien fue elegido como número 11 en la lista de su partido, ha expresado su descontento con la forma en que se han manejado ciertos asuntos en la corporación municipal, aunque ha evitado criticar abiertamente a sus compañeros.
La decisión de Escrivà de dimitir se produce en un contexto de desavenencias dentro del equipo de gobierno local, que incluye a PRO y UCIN. Durante una sesión del pleno del Ayuntamiento, se le había informado que su dedicación como concejal sería del 70%, lo que implicaba una retribución anual de 24.103 euros. Sin embargo, en un giro inesperado, se le comunicó que su cargo sería reducido a «concejal raso», lo que significaba que solo recibiría compensación por las asistencias a los órganos colegiados. Esta decisión fue especialmente dolorosa para Escrivà, quien había asumido el cargo con la intención de gestionar áreas clave como Mercado y Consumo, Música y Modernización de la Administración.
El nuevo concejal, Teo Peris, quien reemplazó a la dimitida Ramona Pérez, se quedó con la retribución del 70% de dedicación, lo que dejó a Escrivà sintiéndose marginado y maltratado. Fuentes cercanas al exconcejal han indicado que esta situación, sumada a problemas de salud que le obligaron a buscar atención médica poco después de asumir su cargo, contribuyó a su decisión de renunciar. En una conversación, Escrivà afirmó: «La decisión está tomada. Tengo trabajo y me voy», dejando claro que no había vuelta atrás en su elección.
La dimisión de Escrivà no solo refleja su descontento personal, sino que también pone de relieve las tensiones que pueden existir dentro de un gobierno local. La política municipal a menudo se ve afectada por luchas internas, y este caso es un claro ejemplo de cómo las decisiones administrativas pueden tener un impacto significativo en la moral y la cohesión de un equipo. La situación en Oliva es un recordatorio de que, en la política, las relaciones interpersonales y la comunicación son tan importantes como las decisiones políticas en sí mismas.
La comunidad de Oliva ahora se enfrenta a la incertidumbre sobre quién asumirá las responsabilidades que dejó Escrivà y cómo se manejarán las áreas que él supervisaba. La gestión del Mercado y Consumo, así como la Modernización de la Administración, son funciones críticas que requieren atención y liderazgo. La llegada de un nuevo concejal podría traer consigo nuevas ideas y enfoques, pero también podría perpetuar las tensiones existentes si no se maneja adecuadamente.
En este contexto, es fundamental que los partidos políticos y los concejales trabajen juntos para garantizar que la administración local funcione de manera efectiva. La política no solo se trata de ganar elecciones, sino de servir a la comunidad y abordar sus necesidades de manera efectiva. La dimisión de Escrivà es un llamado a la reflexión sobre cómo los partidos pueden mejorar su comunicación interna y su capacidad para resolver conflictos antes de que se conviertan en crisis.
La situación en el Ayuntamiento de Oliva es un microcosmos de los desafíos que enfrentan muchas administraciones locales en todo el país. La política es un campo complicado, y la capacidad de los líderes para navegar por sus complejidades puede determinar el éxito o el fracaso de sus mandatos. A medida que Oliva avanza, será interesante observar cómo se desarrollan los acontecimientos y qué medidas se toman para asegurar una gobernanza efectiva y colaborativa en el futuro.