En el último año, la sanidad privada en Valencia ha experimentado un notable crecimiento, con la apertura de nuevos hospitales que reflejan un cambio en el modelo sanitario de la Comunitat Valenciana. Este fenómeno no solo se limita a la construcción de nuevas instalaciones, sino que también se manifiesta en la creciente preferencia de los ciudadanos por los servicios privados. Con la inauguración de hospitales como IMED Colón y Vithas Turia, y la inminente apertura de Ascires, la capacidad de camas en el sector privado ha aumentado significativamente, lo que plantea interrogantes sobre el futuro de la sanidad pública en la región.
La expansión de la sanidad privada en Valencia es evidente. En el último año y medio, se han inaugurado dos hospitales privados en la ciudad: IMED Colón, que cuenta con 32 camas, y Vithas Valencia Turia, que tiene 64 camas ampliables a 96. Además, se prevé la apertura de otros dos hospitales, Ascires y un Quirónsalud en el barrio de Malilla. Esto elevará la capacidad total de camas en la sanidad valenciana a 11.180, de las cuales 2.450 serán del sector privado. Este crecimiento ha llevado a que casi uno de cada cinco lechos en la región esté gestionado por empresas privadas.
El auge de la sanidad privada no parece tener un final a corto plazo. IMED está construyendo un nuevo hospital en Alicante, y el grupo Ribera Salud busca una ubicación para establecer su propio centro. En contraste, la sanidad pública ha permanecido estancada, sin abrir nuevos hospitales en la última década, y solo tiene previsto el inicio de operaciones en el hospital general de Ontinyent para 2026. Esta situación ha generado un debate sobre la sostenibilidad y la calidad del sistema de salud en la Comunitat Valenciana.
La preferencia de los ciudadanos por la sanidad privada también se refleja en las estadísticas. Según la última edición de la «Memorial Social del Seguro» de Unespa, aproximadamente 1,13 millones de habitantes en la Comunitat Valenciana cuentan con un seguro privado. En el último año, 90.000 personas se han sumado a esta tendencia, lo que indica un cambio en la percepción de la atención médica. Aunque el 70% de la población aún prefiere la sanidad pública, la tendencia hacia la atención privada está en aumento, especialmente en el ámbito de las consultas con especialistas.
La transformación del modelo sanitario en Valencia ha sido objeto de análisis por parte de expertos y profesionales del sector. Pedro Ibor, vicepresidente del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Valencia, ha señalado que la expansión de la sanidad privada es un fenómeno palpable y que la decisión de optar por este modelo está siendo impulsada por la ciudadanía. Según Ibor, la sanidad pública se ocupa de los casos más graves y crónicos, mientras que la privada asume gran parte de las asistencias menos urgentes. Sin embargo, este cambio no es una decisión deliberada, sino una respuesta a la incapacidad del sector público para atender a la población en tiempo y forma.
La sanidad pública enfrenta múltiples desafíos, incluyendo listas de espera quirúrgicas que superan los 74.000 pacientes y demoras en las consultas que pueden extenderse por años. Además, el déficit de personal médico es un problema estructural, con casi 600 vacantes en la actualidad. La falta de recursos y la creciente fuga de médicos hacia el sector privado han llevado a una situación crítica en la atención pública. Según datos del ICOMV, el trasvase de médicos a la sanidad privada ha aumentado un 12% en los últimos seis años, lo que agrava aún más la crisis en el sistema público.
El panorama actual de la sanidad en Valencia es una amalgama de servicios públicos y privados, donde ambos sectores coexisten pero con gestiones separadas. Este modelo ha evolucionado desde la década de 2000, cuando se inició la privatización de hospitales públicos bajo el modelo Alzira, que ha sido objeto de críticas por su falta de rentabilidad. Los partidos políticos tienen opiniones divididas sobre este modelo, con algunos defendiendo la sinergia entre ambos sectores y otros advirtiendo sobre el riesgo de un sistema parasitario que favorece a los hospitales privados.
A pesar de las críticas, la sanidad privada argumenta que su contribución al sistema es esencial. Destacan su accesibilidad, innovación médica y tiempos de espera reducidos como factores que benefician a los pacientes. Grupos como Vithas y Ascires enfatizan su capacidad para ofrecer atención personalizada y de calidad, mientras que Ribera Salud se presenta como un colaborador indispensable para la sanidad pública en la reducción de listas de espera y la mejora de la salud de la población.
Sin embargo, los sindicatos mayoritarios han denunciado la precariedad laboral en el sector privado, señalando que los beneficios económicos se obtienen a expensas de la calidad del empleo. La falta de un convenio actualizado desde 2016 ha generado tensiones en las relaciones laborales, lo que añade otra capa de complejidad al debate sobre la sanidad en Valencia. La situación actual plantea interrogantes sobre el futuro de la atención médica en la región y la necesidad de encontrar un equilibrio entre los sectores público y privado para garantizar una atención de calidad para todos los ciudadanos.