La reciente decisión del Tribunal Supremo de archivar la querella presentada por el PSOE contra Santiago Abascal, líder de Vox, ha generado un intenso debate sobre los límites de la libertad de expresión en el ámbito político. Las declaraciones de Abascal, en las que insinuó que el pueblo podría querer «colgar de los pies a Sánchez», fueron consideradas por el PSOE como un delito de odio, injurias y amenazas. Sin embargo, el alto tribunal ha determinado que tales expresiones, aunque puedan ser consideradas «descarnadas o exageradas», no constituyen un delito penal.
### Contexto de la Querella
El incidente tuvo lugar durante una entrevista en diciembre de 2023, cuando Abascal, en un viaje a Buenos Aires, realizó comentarios que desataron una ola de críticas. En su defensa, el líder de Vox argumentó que su postura se basa en principios firmes, a diferencia de lo que él considera la falta de escrúpulos de Sánchez. La respuesta del PSOE fue inmediata, presentando una querella ante el Supremo, que finalmente ha decidido archivar, argumentando que las palabras de Abascal deben ser vistas en el contexto de la confrontación política.
Los magistrados del Supremo han subrayado que no todo discurso inaceptable es penalmente relevante. En su resolución, se enfatiza que las declaraciones de Abascal se enmarcan dentro de la oposición política y no alcanzan el umbral de antijuricidad penal. Esto implica que, aunque las palabras puedan ser consideradas ofensivas o provocativas, no se puede establecer un vínculo directo con un riesgo significativo de violencia o alteración de la convivencia pacífica.
### La Polarización Política y sus Consecuencias
El fallo del Supremo también aborda la creciente polarización en el panorama político español. Los magistrados han criticado la tendencia de los partidos a involucrar a los tribunales en disputas políticas, sugiriendo que es responsabilidad de los partidos ofrecer propuestas que mitiguen la lógica del «amigo-enemigo» que parece dominar el clima político actual. Esta crítica resuena con la preocupación de que la intervención judicial en el discurso político podría llevar a un riesgo inaceptable en una sociedad democrática, donde el debate público debe ser protegido, incluso si incluye expresiones extremas.
El tribunal argumenta que, en democracias avanzadas, los discursos de confrontación, aunque puedan ser considerados odiosos, son parte del debate político y, por lo tanto, merecen protección constitucional. Esta postura se alinea con la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que establece que las restricciones a la libertad de expresión en el ámbito político deben ser mínimas.
La decisión del Supremo también destaca la importancia de considerar el contexto en el que se emiten las declaraciones. En este caso, las palabras de Abascal fueron dirigidas a un público que está acostumbrado a la retórica política intensa y polarizada. Por lo tanto, el tribunal concluye que no se puede afirmar que tales expresiones inciten a la violencia o al odio de manera que justifique la intervención penal.
### Implicaciones para el Futuro del Discurso Político
La resolución del Supremo plantea preguntas importantes sobre el futuro del discurso político en España. A medida que la polarización aumenta, es crucial que los partidos políticos encuentren formas de comunicarse que no solo sean efectivas, sino que también fomenten un ambiente de respeto y diálogo. La crítica a la gestión del gobierno es un componente esencial de la democracia, pero debe hacerse de manera que no cruce la línea hacia el extremismo o la violencia.
Además, la decisión del tribunal podría sentar un precedente para futuros casos relacionados con la libertad de expresión en el ámbito político. Si bien es fundamental proteger el derecho a criticar a los líderes y sus políticas, también es necesario establecer límites que eviten que el discurso se convierta en un llamado a la violencia o al odio.
En este contexto, es vital que los ciudadanos y los políticos reflexionen sobre la naturaleza del debate político y la responsabilidad que conlleva. La retórica incendiaria puede ser tentadora, pero sus consecuencias pueden ser perjudiciales para la cohesión social y la estabilidad democrática. La libertad de expresión es un pilar fundamental de la democracia, pero debe ejercerse con responsabilidad y respeto hacia los demás, independientemente de las diferencias políticas.