Una familia compuesta por seis niños y sus padres ha estado viviendo en un parque de València durante cuatro días, enfrentándose a la falta de alternativas habitacionales y a la indiferencia de los servicios sociales. Geraldine y Eduin, los padres, han estado tocando puertas en busca de ayuda, pero hasta ahora han encontrado más obstáculos que soluciones. La situación se ha vuelto crítica, especialmente considerando que los niños tienen edades que oscilan entre los 4 y los 16 años.
La historia de esta familia comenzó cuando decidieron abandonar Perú debido a la creciente violencia del crimen organizado. Vendieron su casa y sus pertenencias con la esperanza de encontrar un futuro mejor en España, donde les prometieron trabajo. Sin embargo, esa promesa resultó ser falsa, y tras un mes de estancia en un piso en Alboraia, fueron desalojados, dejándolos sin un lugar donde vivir.
### La búsqueda de ayuda y la falta de respuestas
Durante su estancia en el parque, la familia intentó contactar con diversas entidades sociales en València, pero no recibieron la asistencia que esperaban. A pesar de que los servicios sociales del ayuntamiento finalmente les ofrecieron una plaza en un albergue, la familia decidió rechazarla. La razón principal fue la falta de seguridad que sentían al tener que compartir una habitación con adultos desconocidos, lo que generó preocupación entre las niñas adolescentes.
Eduin, el padre, relató que los servicios sociales les habían prometido una habitación en un hostal donde podrían estar todos juntos. Sin embargo, al llegar al albergue, se encontraron con una situación que no era la que les habían descrito. La mezcla de adultos y menores en un mismo espacio les resultó inaceptable, y decidieron no arriesgarse a dormir allí. En ese momento, una vecina solidaria se percató de su situación y les ofreció refugio en su hogar, permitiéndoles ducharse y descansar.
La familia ha estado sobreviviendo gracias a la solidaridad de los vecinos, quienes se han movilizado para ayudarles con comida y apoyo económico. Algunos incluso se han ofrecido a pagar unos meses de alquiler para que puedan encontrar un lugar donde vivir. Sin embargo, la situación sigue siendo precaria, y la familia ha expresado su desesperación por encontrar un hogar. «Necesitamos un techo donde sea. Nos da igual que sea muy lejos de València, nos adaptaremos a lo que sea, y trabajaremos también de cualquier cosa. Solo queremos salir adelante», comentó Geraldine.
### La crítica a los servicios sociales
Este caso ha puesto de manifiesto las deficiencias del sistema de servicios sociales en València. A pesar de que existen recursos destinados a situaciones de urgencia, la lentitud en la respuesta ha sido evidente. En este caso, la familia estuvo cuatro días durmiendo en la calle, lo que plantea serias dudas sobre la eficacia de un sistema que debería actuar con rapidez ante situaciones tan críticas, especialmente cuando hay menores involucrados.
El ayuntamiento ha habilitado recientemente más plazas para situaciones de emergencia, pero la burocracia y la falta de coordinación entre las distintas entidades han dificultado que esta familia reciba la ayuda necesaria. La situación se complica aún más al considerar que es ilegal que los menores de edad duerman en la calle, lo que debería haber activado un protocolo de atención inmediata.
Los vecinos, que han estado apoyando a la familia, han expresado su frustración ante la falta de acción por parte de las autoridades. «Estamos pagando una barbaridad en impuestos y resulta que el ayuntamiento no puede ni dar techo a unos niños que están en la calle, los tenemos que acoger nosotras», denunciaron. Esta crítica resalta la necesidad de una revisión profunda de cómo se gestionan los recursos destinados a la atención de personas en situaciones vulnerables.
La historia de Geraldine, Eduin y sus seis hijos es un reflejo de la lucha diaria de muchas familias que se encuentran en situaciones similares, enfrentándose a la falta de apoyo institucional y a la necesidad de sobrevivir en un entorno hostil. La solidaridad de la comunidad ha sido fundamental para esta familia, pero es evidente que se requieren cambios significativos en el sistema de servicios sociales para garantizar que ninguna familia tenga que pasar por una experiencia tan desgarradora.
